Venecia más allá de la Plaza de San Marcos
Con grandes multitudes en torno a la Plaza de San Marcos y largas horas de espera ante el Palacio Ducal y el Campanile, el centro histórico de la ciudad de Venecia atrae a multitudes de turistas de todo el mundo. Mientras los vaporetti repletos de viajeros llevan a tierra a un nuevo contingente de visitantes y las góndolas colocadas en fila junto a la orilla esperan la llegada de clientes, otro enorme transatlántico se aproxima amenazante. En Venecia nadie puede escapar a las avalanchas de turistas. ¿O sí? Pese a los millones de turistas que llegan año tras año, la joya construida sobre agua tiene también sus rincones tranquilos.
Por Hanns-Jochen Kaffsack (dpa)
Por Hanns-Jochen Kaffsack (dpa)
El día a día es mucho más tranquilo por ejemplo en el barrio de Cannaregio, en el norte de la ciudad. Aquí se vive una vida “normal” italiana y es más bien raro ver a algún gondolero en los estrechos canales con bonitos nombres como Rio della Madonna dell’Orto o Rio della Sensa. Unos barcos de pesca están bien amarrados en el muelle, y en los bares venecianos se mezclan con los turistas que se acercan por estos lares menos transitados. Los italianos hablan con sus hijos. Las mujeres hacen la colada. Sobre la calle, de casa a casa, cuelgan las sábanas y las toallas, una imagen que resultaría impensable en el centro.
Al margen de los canales casi rectos de Cannaregio, las pequeñas mesas de los acogedores restaurantes invitan a todos aquellos que quieran probar comida de tradición veneciana. A veces resulta difícil decidirse: ¿Probamos el hígado o el pescado fresco en la osteria “Anice stellato”, la trattoria “Antica Mola” o en “L’Orto dei Mori”, recomendado por los expertos? Primero tomemos uno de los populares cócteles Bellini mezclados a mano con prosecco y melocotón y después decidamos.
Después del postre y el café también se puede disfrutar de algo de historia y cultura. Uno de los pequeños puentes nos lleva sobre el Rio di San Girolamo al Campo di Ghetto Nuovo. Donde en su día se construían cañones y desde entonces había poca vida, tuvieron que establecerse en la edad media inmigrantes judíos. Todavía hay hoy una pequeña comunidad judía y el guía turístico nos explica: El concepto de “ghetto”, empleado a nivel mundial, se acuñó en Venecia.
La pequeña barca de motor rodea la ciudad de la laguna hasta su extremo sur, Sestiere Dorsoduro. El Canal Grande y la Plaza de San Marcos han quedado atrás. Junto a la parada de vaporetto Zattere junto a la Iglesia de los Jesuitas, el viajero se muestra casi aliviado en un amplio muelle.
Es bien posible que de repente aparezcan miles de pasajeros de crucero que nos tapen la luz del sol y la vista a la cercana isla de Giudecca. Pese a todo también en Dorsoduro reina una atmósfera relajada, aunque haya más turistas que en Cannaregio y muchos de ellos sólo quieran una cosa: un helado de la conocida Gelateria Nico.
El viaje en vaporetto nos lleva también rápidamente a los Giardini, los jardines, escenario de la popular Bienal de Arte de Venecia, y al Arsenale, los astilleros de la antigua potencia marítima. Este sestiere se llama Castello. Ofrece un pintoresco paseo por la orilla y en su Via Giuseppe Garibaldi el ajetreo típico de los mercados italianos. Otro rincón de la ciudad que invita a pasear por una Venecia en la que los días más tranquilos son los más divertidos.
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