Los sonidos y colores de Iguazú

El estruendo de las Cataratas, la intensidad de la selva y la variada fauna autóctona protagonizan el recorrido por el corazón del Parque Nacional Iguazú.


POR NERIO TELLO / ESPECIAL PARA CLARIN


Todo es ruido y sonido exuberante en el extremo noreste de Misiones. Naturaleza fuera de sí. Como si el agua se hubiera juntado para sorprender. Una catarata es una onomatopeya del agua que salta entre escalones de piedra, escalones inconmensurables. Al menos eso parecen las Cataratas del Iguazú, las maravillas insobornables, esa grandiosidad sin consuelo. El sereno río Iguazú, con sus aguas pardas casi rojizas, al llegar a este punto omnipresente, estalla en estruendos por precipicios de 74 mestros de altura y parece deshacerse en un vapor que humedece la tierra, la agradecida foresta, la multitud de aves. Este bello accidente de la naturaleza se extiende 2,7 kilómetros y el paseo esencial permite sortear ríos y riachos. A través de puentes y pasarelas, se ve el espectáculo de costado, de un lado y otro, desde las alturas con ventana al vacío.
Las entrañas de las Cataratas del Iguazú también tienen sonidos de estruendo. Garganta del Diablo se llama ese grito gutural y eterno. Las aguas que caen a los pies rebotan sobre los puentes para que disfruten paseantes con pilotines, en traje de baño o con la ropa que traen. Esa garganta es el bautismo. Todos los días del año, millones de personas descubren esta maravilla que deja sin palabras, agota los adjetivos y todos, sin excepción, intentan, vanamente, captarla en una foto o en una filmación.
Las poderosas columnas de agua se desploman por muros basálticos y sueltan espuma hacia el vacío. Allá abajo, esos 42 millones de litros de agua por segundo rebotan en un lecho rocoso y regresan en un estruendo constante. Su vaporosa voluntad lo empapa todo. Para semejante empresa, el río Iguazú se prepara a lo largo de 1.300 kilómetros, desde que nace como arroyo en la cumbre de la Serra do Mar, en el estado de Curitiba, Brasil. Cuando su cauce toca la tierra colorada de Misiones, marca la frontera. Los riachos que le dieron vida se transforman en una corriente encajonada entre la selva, que llega a medir hasta 1.500 metros de ancho.
Antes de precipitarse, las aguas se separan en decenas de brazos que rodean islas e islotes, donde abruman el verde y las flores. Finalmente, las aguas se lanzan al vacío en unos 270 saltos, algunos altos, otros más bajos, calmos o estridentes. Todos compiten en belleza en medio de gigantescos árboles y líquenes, dando hogar a 450 especies de aves –la más rica fauna del país–, que crecen y se multiplican como si ese fuera su único destino. Algunas pueden ser detectadas e identificadas por un neófito: tucanes de picos contundentes, loros ruidosos, algún papagayo, urracas, águilas, buitres y hasta golondrinas. Todos anidan en las paredes de los precipicios, donde el agua impone una tregua. Donde las aguas se amansan deambulan las garzas.
El Parque Nacional Iguazú está enclavado en la selva del Paraná, que ocupa el sudeste de Brasil y el noreste de Argentina. En total, son 221 mil hectáreas, de las cuales 154 mil pertenecen a Brasil y unas 67 mil a la Argentina. Es una de las nuevas Siete Maravillas Naturales, con una notable diversidad biológica. Su clima subtropical, con altas temperaturas y mucha humedad, cobija unas dos mil especies de plantas y más de 80 especies de mamíferos. Son muy visibles los roedores, que aprovechan los frutos que caen al suelo, y los coatíes, que vagabundean entre la gente reivindicando territorio.
Pulmón natural
En tan limitado espacio, el Parque –uno de los principales pulmones naturales del mundo– reúne unas dos mil especies de flora. Aparecen pequeñas pero visibles plantas epífitas (musgos y líquenes que crecen sobre ramas y troncos de árboles), arbustos e infinitas variedades de orquídeas, cactus y claveles del aire. Además, entre la maraña verde asoman cedro y el palo rosa, una gran variedad de araucarias, higueras y palmitos. En la espesura habitan el lagarto overo y el tapir. En las alturas de los árboles, se pueden escuchar, y a veces ver, monos y comadrejas que se alimentan de hojas y brotes. La vigilancia del parque siempre está atenta ante la posible aparición de un jaguar o un puma, que se acercan a zona del Parque en busca de presas fáciles como venados, coatíes o algún ejemplar de una de las cien especies de macacos que pueblan estos bosques. Como allí manda la naturaleza, entre el follaje, aunque lejos de las pisadas humanas, hacen su vida las serpientes. Y en las aguas, los caimanes esconden su color en el torrente. Por algún lado de las aguas turbulentas bullen inquietantes pirañas.
Las pasarelas están limpias y cuidadas. Cada tanto aparecen zonas de descanso, en algunos casos con bares, quioscos y sanitarios. Un tren ecológico transporta a los visitantes desde la Estación Central hasta la estación Cataratas, punto de partida de los circuitos Inferior (lleva hasta las pasarelas, donde se observa la isla San Martín) y Superior, que ofrece una vista desde arriba de los saltos. Antes o después de realizar este recorrido, no se puede dejar de caminar 1.100 metros para poder admirar la Garganta del Diablo, el más impresionante escenario de Iguazú.
El agua golpea y se eleva, mientras la selva lo cubre todo.

IMPERDIBLE
Garganta del Diablo
El paseo principal e imprescindible es la caminata por las pasarelas que llevan hasta Garganta del Diablo. Permite ver las Cataratas desde arriba, abajo o de costado. Pero la experiencia de “entrar” en la Garganta sólo se tiene a partir de una excursión en bote semirrígido que parte de un embarque frente a la isla San Martín. La embarcación se interna en esas aguas arcillosas, recorre los saltos y propone un singular “bautismo”, ya que los visitantes terminan empapados. El paseo dura poco más de diez minutos, pero la experiencia se transforma en un recuerdo imborrable de la magnificencia de los saltos, el rotundo grito de esa garganta y ese inagotable manto de agua que cubre, abriga, seduce e inquieta.

MINIGUIA
COMO LLEGAR. De Buenos Aires a Iguazú son 1.287 kilómetros por ruta 9 (Panamericana ramal Escobar), Zárate-Brazo Largo, ruta 12 hasta Ceibas, ruta 14 hasta San José, ruta 105 hasta Posadas y ruta 12; total de 7 peajes, $ 46,50. Aerolíneas Argentinas y LAN vuelan directo a Puerto Iguazú. Pasaje ida y vuelta en Económica, $ 907 más impuestos. Bus coche cama Rápido Argentino, Singer o Crucero del Norte desde Retiro (17 horas), desde $ 750.
DONDE ALOJARSE. Habitación doble en el lodge Iguazú Jungle, con TV cable, cocina y deck con vista a la selva, al parque o a la piscina, US$ 594 (www.iguazujunglelodge.com). Hotel 4 estrellas Saint George, desde $ 630 la noche por persona con TV cable, wi-fi, piscina, jaccuzzi, sauna y gimnasio (www.hotelsaintgeorge.com).
QUE HACER Entrada al Parque Nacional Iguazú, $ 65. Abre de 8 a 18. Micro de Puerto Iguazú al Parque Nacional (20’), $ 60 ida y vuelta. Paseo Gran Aventura (dura 1 h. 20’ e incluye 5 km en 4x4 hasta Puerto Macuco, navegación en lancha por los rápidos del río Iguazú Inferior e ingreso al área de Cataratas), $ 320. Paseo embarcado Aventura Náutica por el Cañón del Iguazú hasta los principales saltos, $ 150 más la entrada al Parque.

INFORMACION
En Bs. As., Casa de Misiones: Av. Santa Fe 989, 4317-3700.
En Puerto Iguazú, (03757) 420-722/382/188.
iguazu@apn.gov.ar
www.cataratasdeliguazu.net
www.iguazuargentina.com
www.turismo.misiones.gov.ar

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