Estancia La Paz

Sus aposentos confortables, decorados con sobriedad y exquisito gusto, se imprimen del entorno apacible que impone un parque de 8 hectáreas diseñado por el paisajista Charles Thays en 1903. 

Allí, un precioso lago da carácter a un paisaje dibujado por los increíbles colores que, según la estación, generan los rayos del sol.


Rodeada por añosos árboles y con una hermosa vista al lago, la piscina es uno de los sitios más encantadores de la estancia. Esta histórica construcción fue recientemente acondicionada y habilitada como spa, donde excelentes profesionales regocijan a los huéspedes con la relajación más completa y placentera. 


La tranquilidad y la calma forman parte de la esencia de La Paz. Así nació en 1830 y así se convirtió en un refugio de sosiego para uno de los presidentes más significativos de la historia argentina: Julio A. Roca, quien fue propietario de esta estancia de Córdoba desde 1870 hasta finales de la década del 30, haciendo de este lugar un escenario privilegiado de la vida política y social más encumbrada del país. De allí la gala que hoy se conserva con asombrosa fidelidad.


Las agradables habitaciones, la sala de lecturas, los salones sociales, cada ambiente lleva la impronta personal de quien supo dar rumbo a las épocas más grandiosas de la Argentina moderna.


La Paz tiene una historia más antigua ya que sus 2.100 hectáreas fueron parte de la Estancia Jesuítica de Santa Catalina, ahora declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por Unesco. La iglesia histórica, construida en 1622, puede visitarse a escasos minutos conformando, junto a las de Colonia Caroya y Jesús María, un circuito paisajístico-cultural de inigualable belleza. 


En la zona también hay evidentes vestigios de la cultura aborigen precolombina, como Cerro Colorado y Ongamira, los que pueden recorrerse en paseos desde la misma estancia.













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