CHUBUT: Aventura patagónica, del mar a la Cordillera

A la izquierda, los paredones de roca detienen el viento que llega del sur. Hacia la derecha, bajando por la cañada, el río Chubut corre tranquilo con una pendiente suave. Entre ellos pasa la ruta 25, que deja atrás la costa de Chubut para internarse de lleno en la inmensidad patagónica. Cualquiera sea la dirección hacia donde uno alcanza a observar, sólo hay cielo y estepa.

Muy cerca de Esquel, el Parque Nacional Los Alerces deslumbra con bosques, lagos y montañas.

POR MARÍA SOL PORTA / ESPECIAL PARA CLARIN


Mucho más que una simple traza de asfalto entre Trelew y Tecka –y desde allí la legendaria ruta 40, que conduce hastaEsquel–, este itinerario corre junto a un camino con historia. A lo largo de sus 518 kilómetros, el camino que conecta el extremo este con el oeste de Chubut ofrece un recorrido transversal por el cambiante relieve austral: desde el borde del océano Atlántico hasta la imponente Cordillera de los Andes, en el extremo occidental.
Primeros pobladores
Este recorrido lleva en sus paisajes el vívido recuerdo de aquellos pioneros que vivieron y amaron estas superficies agrestes: por estas latitudes pasaban los originarios pobladores tehuelches, camino a la costa, siguiendo el curso del río. También anduvieron los inmigrantes galeses, que huían de las duras condiciones de vida en las minas de carbón de Gran Bretaña, buscando un lugar para vivir en paz, sin abandonar sus costumbres y tradiciones.
En 1865, los primeros colonos desembarcaron en la costa del actual Puerto Madryn, para instalarse inicialmente en las cuevas naturales de los acantilados. De a poco trabaron una buena relación con los pobladores originarios y establecieron sus primeras poblaciones tierra adentro. Campesinos, pero también herreros y mineros, se volcaron a trabajar la tierra y producir. En la actualidad, la herencia galesa es, además, un imán turístico de esta región, especialmente en Gaiman, la primera parada de la ruta 25 luego de Trelew: calles con acequias, casas con paredes de ladrillo a la vista, parques de césped recortado y un puñado de iglesias protestantes son algunas de las características más llamativas de esta localidad. El legado galés revive en sitios históricos, como el Museo Regional –creado en la antigua estación ferroviaria–, las centenarias capillas y los aromas y sabores de las tradicionales casas de té, con sus vajillas de porcelana, manteles bordados y cubreteteras tejidas a mano.
Se destacan Ty Cymraeg (“Casa Galesa”) o Ty Te Caerdydd (“Casa de Té Galés”), visitada por la princesa Diana de Gales (Lady Di) en 1995. Se encuentra en medio de la zona de chacras, con un jardín atravesado por un canal y adornado por una gran tetera en el parque. “Es la merienda de Alicia en el País de las Maravillas”, comenta una turista.
El té incluye porciones de torta galesa (con pasas rubias, nueces, frutas abrillantadas, azúcar negra y miel), tartas de crema o de fruta, sándwiches y pan casero. Cuesta alrededor de 130 pesos por persona. Al terminar suelen sobrar algunos escones, que vuelven a acercar a la mesa desde la cocina, envueltos para que los visitantes se llevan a casa.
Rumbo al dique
A 20 kilómetros de Gaiman se impone una caminata por Dolavon, atravesado por uno de los canales de riego que los galeses construyeron a fines del siglo XIX. En las dos orillas es posible observar puentecitos, sauces y pintorescas norias que recogen el agua a su paso. Se trata de un antiguo molino harinero –típico de los asentamientos galeses en la región–, donde funcionan un museo y un restaurante.
Después de una hora más de ruta, un desvío hacia la izquierda apunta en dirección al dique Florentino Ameghino. A los pocos kilómetros aparecen –tras un recodo– la superficie azul del embalse, la central eléctrica y el pequeño pueblo que nació alrededor de la obra de ingeniería. A un costado de la orilla, un hombre y su hijo guardan cañas y líneas de pesca. “Acá suele haber pique de pejerrey”, asegura el padre, aunque las caras dicen que hubo mañanas mejores.

El río Chubut se abre paso entre las rocas en Dique Ameghino.
De nuevo en camino, se suceden valles con nombres misteriosos. El Valle de los Mártires fue bautizado en honor a una expedición galesa atacada por araucanos. El líder de los inmigrantes británicos, John Evans, logró sobrevivir gracias a la destreza de su caballo Malacara. Por aquí está el poblado de Las Plumas, famoso por sus artesanos, que saben tallar magistralmente las puntas de flecha en roca, tal cual lo hacían sus ancestros tehuelches.
Gigantes en el camino
Cien kilómetros más adelante, el valle de Los Altares y el pueblo homónimo deben su nombre a los imponentes paredones rojizos que pueden apreciarse a los costados de la ruta 25. Solitarias, cruzadas con franjas de colores ocres y naranjas, esculpidas día a día por el viento, estas formaciones rocosas son testigos silenciosos de millones de años de vida patagónica.
Cerca de allí, como un oportuno refugio en medio del paisaje desolado de la meseta patagónica, aparecen la estación de servicio, camping y motel del Automóvil Club. Es un lugar ideal para pernoctar y disfrutar del momento en el que la luz del atardecer tiñe de rosado el valle y sus “altares” de piedra. En el más absoluto de los silencios, se oye el tenue sonido que genera la corriente del río Chubut. Más allá, el viento susurra entre los cañadones y hace bailar las copas de los álamos.
Poco a poco, la ruta deja atrás la planicie y empieza a serpentear, ya definitivamente entregado a su recorrido ascendente, rumbo a las montañas. Al llegar a Tecka, la ruta 25 desemboca en la ruta 40 para continuar hacia Esquel. Más adelante, la ruta 259 permite llegar a los viajeros a Trevelin, el último punto de la aventura galesa a lo largo del Valle Inferior del Río Chubut.
El paisaje que rodea esta localidad es muy distinto al de la costa: alrededor de la atmósfera familiar de las casas de madera y las capillas crecen bosques de cipreses, robles y colihues y se pueden admirar jardines muy bien cuidados. Las calles vibran con los colores de los rosales y también hay un antiguo molino –transformado en museo–, directamente vinculado con el nombre del pueblo: en galés, Trevelin significa “Pueblo del molino”.
Muchos vecinos son descendientes de los agricultores galeses, que a fines del siglo XIX partieron de los asentamientos costeros de la Patagonia en busca de tierras más prósperas. El propio Evans se encargó de acompañar una expedición dirigida por el gobernador del entonces Territorio Nacional de Chubut, Luis Fontana, entre 1885 y 1886. Era una apuesta: su verdadero propósito era comprobar qué condiciones de vida los esperarían tras los parajes indómitos y aquel horizonte sin fin. No les quedaba otra alternativa que animarse y emprender el cruce. Sobre esas huellas que dejaron los pioneros hoy se extiende el gastado pavimento de la ruta 25.

IMPERDIBLES
Museo Egidio Feruglio (Trelew). Un imperdible recorrido por el pasado remoto de nuestra tierra, con las características, flora y fauna de las eras Precámbrica a Cenozoica. Cerca, entre Gaiman y Dolavon, y administrado por el Museo, el geoparque reserva natural Bryn Gwyn es un recorrido por 40 millones de años de este rincón de la Patagonia, con fósiles y visitas guiadas. Entrada al Museo Feruglio, $ 54; de 6 a 12 años, $ 32 (www.mef.org.ar).

La Trochita (Esquel). El recorrido turístico del Viejo Expreso Patagónico, “La Trochita”, va y vuelve entre Esquel y Nahuelpán en poco menos de 3 horas. Antiguas máquinas Baldwin y Henschel, vagones de la década de 1920 y una trocha angosta (sólo 75 cm) componen un inolvidable paseo entre montañas. En Nahuelpán hay un interesante museo mapuche. Adultos, $ 120, niños 6 a 12 años, $ 50 (www.patagoniaexpress.com).
El tren La Trochita recorre la estepa de Esquel a Nahuelpán.


La Hoya (Esquel). La nieve se mantiene y la temporada sigue hasta mediados de octubre en el centro de esquí La Hoya, a 12 km de Esquel, con 20 pistas para todos los niveles y 12 fuera de pis-ta. Mañana comienza la temporada baja, y el pase diario de medios de elevación cuesta $ 145 para mayores y $ 115 para menores; medio día, $ 120 y $ 90 (www.skilahoya.com).

MINIGUIA
COMO LLEGAR. Desde Buenos Aires hasta Trelew son 1.358 km por Ricchieri, Autopista a Cañuelas y ruta 3; 5 peajes, $ 25.
Aerolíneas vuela sin escalas desde Buenos Aires hasta Trelew (2 hs.) de lunes a sábados a las 5.50 y 19.50; ida y vuelta con impuestos, $ 2.195.
Bus coche cama Andesmar de Retiro a Trelew, $ 805; suite, $ 915.
DONDE ALOJARSE. Habitación doble con estacionamiento, wi-fi y TV cable en el hotel Amancay, en Trelew, $ 320; triple, $ 410; cuádruple, $ 445 (www.hotela mancaytrelew.com).
Habitación doble con desayuno, cochera, wi-fi y TV cable en el hotel Touring, en Trelew, $ 400; p/4, $ 600 (www.touringpatagonia.com.ar).
Habitación doble, desayuno, sau-na, cochera, wi-fi y TV cable en hostería Cumbres Blancas, en Esquel, $ 730; p/3, $ 1.050; suite p/4, $ 1.830 (www.cumbresblancas.com.ar).

INFORMACION
En Bs. As., Casa de Chubut: Sarmiento 1172, tel. 4382-2009.
En Rawson, (0280) 448-1113/5271.
turismo@chubut.gov.ar
www.chubutpatagonia.gob.ar

Comentarios

Entradas populares