El subte de Londres, un pionero

El London Underground, el más antiguo del mundo, cumple 150 años de vida y lo celebra con nuevas obras, libros, muestras de arte y paseos históricos.



James Bond, interpretado por Daniel Craig en su última aventura, “Skyfall”, anda por las vías cerca de la estación Charing Cross cuando un tren aparece a sus espaldas y él corre entre los túneles hasta terminar en los andenes de la futurista estación Westminster. No hay duda de que el subte de Londres –el London Underground nacido en 1863– es un sitio muy cinematográfico. De hecho, en la estación A ldwych –clausurada en 1994 en la Piccadilly Line– se filman más de diez películas por año: alquilar la estación ronda los 800 dólares por hora, según Transport for London, la institución que gobierna el subte desde el año 2000.
Se sabe, al público le encantan las leyendas. British Museum es una estación “fantasma” cerrada en 1933 pero se la puede ver tras la ventanilla, cuando el tren pasa entre Tottenham Court Road y Holborn, en la Central Line. Por allí, dicen, se pasea el fantasma de la hija de un faraón egipcio.
Baker Street, con su boletería de madera, lámparas redondas y una bóveda de ladrillos, transporta a los viajeros hacia la época victoriana. Se construyó en 1863 y allí no faltan actores caracterizados como Sherlock Holmes: la idea es atrapar turistas y llevarlos al museo que está cerca. Down Street es más que una estación “fantasma” en la Piccadilly Line, aquí se reunía el gabinete de Winston Churchill por los bombardeos alemanes durante la Segunda Guerra Mundial.
El cine hizo del subte una leyenda moderna. Ya en 1928 se filmó una película muda – Underground , de Anthony Asquith– que proclamaba desde sus títulos: “el subte de la gran metrópolis del Imperio Británico, repleto de multitudes de toda condición social, aporta su cuota de luz y sombra, romance y tragedia”. De eso se trata, de las luces y sombras en la historia del primer subte del mundo, nacido de la visión de un político y reformador social, Charles Pearson (1793-1862). Hubo un viaje inaugural para invitados especiales el 9 de enero de 1863 entre las estaciones de Paddington y Farringdon, con un tren impulsado por una máquina de vapor Beyer Peacock. La idea original era unir las terminales ferroviarias de Paddington, Euston y King’s Cross con el distrito central de Londres, donde están la City bancaria y el West End.
El 10 de enero, primer día de funcionamiento “comercial”, hubo 40.000 pasajeros para hacer este viaje, que duraba 18 minutos. Había nacido el primer subte, tenía seis estaciones y un recorrido de 6,5 kilómetros que hoy está incluido en la Circle Line.
En 1884 la Circle Line unía las grandes terminales ferroviarias, el subte era un éxito y pronto brotaron nuevas líneas, pero llevó tiempo pasar del vapor a la electricidad. Fue pionero el City & South London Railway, que inauguró en 1890 el primer subte eléctrico en un túnel a gran profundidad: es el trazado que hoy pertenece a la Northern Line. Hacia 1902 el estadounidense Charles Tyson Yerkes impulsó la electrificación total de la red, al controlar las líneas clave con su empresa, Underground Electric Railways of London.
Idas y vueltas
En esta historia de siglo y medio hubo momentos brillantes y de los otros. Proyectos planteados en la década de 1940 que sólo se concretarían a finales del siglo XX, como las líneas Victoria y Jubilee. Como sea, hoy la red tiene 402 kilómetros y 270 estaciones, pero sigue creciendo. La llegada del nuevo milenio en 2000, la remodelación de la zona portuaria junto al Támesis y los planes para los Juegos Olímpicos de 2012 impulsaron la renovación de estaciones y la extensión de las líneas. Hoy, tres millones de pasajeros viajan diariamente por las 12 líneas de la red, identificadas por sus colores: Bakerloo, Central, Circle, District, Hammersmith & City, Jubilee, Metropolitan, Northern, Piccadilly, Victoria, Waterloo & City, DLR. En 2012 se vendieron más de siete millones de tarjetas inteligentes –la Oyster Card, creada en 2003– para pagar el viaje con un abono electrónico, sin usar monedas ni billetes.
Con más de 8 millones de habitantes en Londres y otros 12 millones en los alrededores, es imposible imaginar la ciudad sin los servicios deThe Tube , como lo llaman familiarmente los londinenses. Es parte del paisaje urbano, es el corazón de Londres, un poco esclerótico a veces, siempre “en obra”, en reparaciones.
Ya sea por el calor, los atrasos en los horarios o el precio de los boletos –a diferencia del Metro de París, el precio no es uniforme porque la red está dividida en zonas, según las distancias– el London Underground es un blanco predilecto para las críticas. En más de un caso, los londinenses dicen que “la mala fama” viene de la decadencia que vivió en la década de 1980 con los gobiernos conservadores, cuando Margaret Thatcher proclamaba aquello de “la sociedad no existe”. Aunque las cosas están mejorando desde 2000, la relación de los londinenses con el subte sigue siendo una mezcla de odio y amor.
Hubo una época de oro que algunos ubican entre 1920 y 1940. En esos años, personalidades como Lord Ashfield y Frank Pick, responsables del London Passenger Transport Board hicieron del subte un mecenas de las artes y cuidaron los detalles: desde el diseño de afiches publicitarios a la arquitectura de las estaciones y la tecnología de los vagones. Man Ray llegó a dibujar algunos de aquellos afiches. Un ícono de esa época es la estación Piccadilly Circus, en estilo art deco , inaugurada en 1928.
Un paisaje urbano
La influencia del subte en la transformación de Londres fue decisiva. Desde la década de 1920 creó barrios en las afueras, como Metroland, el suburbio que inspiró al escritor Julian Barnes. También impulsó nuevos métodos para hacer túneles a gran profundidad –de allí viene el apodo, The Tube – desarrollados por James Greathead, quien, dicen, se inspiró al ver cómo los gusanos comían la madera. Las máquinas “tuneleras” modernas son una consecuencia de esa intuición.
El paisaje urbano se puede ver en los edificios color terracota de las estaciones diseñadas por Leslie Green, como Belsize Park, de 1907. Está también en los diseños modernistas de Charles Holden para las estaciones y andenes de las líneas Northern y Piccadilly. Está en la tipografía creada por Edward Johnston, el inventor del “círculo rojo” que identifica al London Underground. Está en el mapa de la red creado por Harry Beck en 1933, un clásico del diseño gráfico europeo.
Para los entusiastas, vale el dato: en la tienda del London Transport Museum –a pocos metros del mercado de Covent Garden– se consiguen muchos de estos íconos del subte. Allí hay réplicas de vagones en escala, afiches de todas las épocas y copias del mapa de Beck. No faltan libros especializados en el tema, pero el más recomendable es Underground: how the Tube shaped London , de los estudiosos David Bownes, Oliver Green y Sam Mullins, una fuente indispensable para esta nota.
Las celebraciones por los 150 años del London Underground seguirán durante todo 2013. La fiesta empezó en enero con un viaje que recreaba la inauguración de 1863 en coches y locomotoras originales. Además de la exposición de trenes históricos, en el calendario de festejos está previsto que 12 escritores publiquen relatos dedicados a las 12 líneas del subte. Los mejores afiches históricos se exhibirán en el London Transport Museum. Habrá muestras de arte en toda la red, teatro en la estación Aldwych y cine en la monumental estación Canary Wharf –diseñada por Norman Foster– con películas del British Film Institute.
“Por primera vez en la historia del mundo, los hombres pueden viajar placenteramente en coches confortables, más abajo que las tuberías de gas y agua, más abajo que las tumbas de los cementerios”, decía el diario Daily News en 1863. Y sí, viajar bajo tierra despierta miedos antiquísimos. Pero en los momentos más oscuros de Londres –durante el Blitz , los bombardeos alemanes de 1940 y 1941– estos túneles fueron un refugio para miles de personas. Hubo otros momentos oscuros. Por caso, los 31 muertos en las escaleras de la estación King’s Cross el 18 de noviembre de 1987, que revelaron la decadencia de la red. Y los 39 muertos por un ataque terrorista, el 7 de julio de 2005 en las líneas Northern, Circle y Piccadilly. Ese día, sin embargo, un pasajero herido dijo: “Londres es mi hogar y voy a seguir usando el subte todos los días”. Esa es una realidad cotidiana, para muchos, desde hace 150 años.

MINIGUIA
COMO LLEGAR. Air Europa vuela de Buenos Aires a Londres, con escala en Madrid, por US$ 1.572 con impuestos incluidos.

DONDE ALOJARSE. La noche en habitación doble en el hotel Royal Court cuesta US$ 101. En el Royal National, US$ 113. En el Best Western Shaftesbury, US$ 127. En el Days London Waterloo, US$ 112. En el Royal Lancaster, US$ 161. En el Crowne Plaza Saint James, US$ 196. 
INFORMACION
www.tfl.gov.uk
www.ltmuseum.uk
www.londontoolkit.com

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