Todo el glamour de las playas de Punta del Este

A toda hora, aun en las playas de moda y las calles más comerciales, predominan la calma y el silencio en Punta del Este. El balneario más sofisticado de Uruguay, elegido cada año por miles de argentinos, brasileños y turistas con los acentos más diversos, se disfruta al ritmo amable que contagian los orientales (únicos por su acento, su hospitalidad y el infaltable termo que tienen incorporado debajo del brazo).



Es de noche y es domingo, cuando la luna casi llena ilumina las olas de espuma blanca, que rompen suavemente sobre el puerto. Aquí y ahora, apenas se mecen los veleros y yates amarrados, se ve un lobo marino solitario y titilan a lo lejos las luces de un gran crucero que comienza a perderse en el horizonte. No es de extrañar, ya que Punta del Este aparece como parada obligada en casi todos los itinerarios de las compañías que unen a la Argentina con Brasil.
Después de cenar, la gente se sienta en los bancos de madera de la rambla General Artigas, en la arena o en el pasto, para contemplar y escuchar el mar. Tan simple y tan profundo como eso.
Por supuesto, sobran las actividades nocturnas para todas las edades, desde los espectáculos musicales y teatrales hasta los desfiles de modas, cine, galerías de arte, casinos, bares y discotecas que vibran hasta el amanecer. Sin embargo, no son pocos los que eligen pasar esta noche en voz baja y con la mirada reflexiva puesta sobre el puerto turístico y deportivo de medio calado “Nuestra Señora de la Candelaria” (descubierto por Díaz de Solís en 1516).
Recorrer a pie o en bicicleta toda la península de Punta del Este es un placer para todos los sentidos. Se puede partir de la parada 1 de Playa Mansa hasta el “Monumento al ahogado” u “Hombre emergiendo a la vida”, conocido por todos como el “Monumento de los Dedos” o más simple, “Los Dedos” o “La Mano”. Es decir, hasta la primera parada de la Playa Brava, una vez que quedaron atrás El Emir, la playa de los Ingleses y la plazoleta Gran Bretaña, donde se estableció el límite entre el Río de la Plata y el océano Atlántico. La histórica avenida Gorlero y su plaza de artesanías siguen marcando el ritmo comercial de la ciudad, pero es notable el crecimiento de la calle 20, con tiendas de marcas internacionales que le dieron el apodo de “la Rodeo Drive del Este”.
En esta zona se encuentran también la parroquia pintada de celeste (unas horas atrás, domingo a la nochecita, no cabía un alfiler cuando sonaron las campanas convocando a la misa) y el Faro de 45 metros de altura, construido y puesto en funcionamiento en 1860. Precisamente, a una cuadra de allí se encuentra el Atlántico Boutique Hotel , con servicio personalizado, piscina externa climatizada, wi-fi en todas las áreas e infusiones día y noche. Será reparador descansar en una de las 43 habitaciones y suites donde predomina el blanco, al igual que en los espacios comunes como el desayunador, el lobby o los camastros y reposeras del solárium. Para aprovechar durante la temporada de verano, el bar de la piscina ofrece tragos y sándwiches calientes. Como sus ambientes, la historia del lugar también es cálida, ya que su inauguración se remonta a 1962, siendo uno de los primeros hoteles que se levantaron en la época en que comenzó a posicionarse Punta del Este como un balneario exclusivo en Sudamérica. Después de un paréntesis, el año pasado reabrió sus puertas para su 50° aniversario, con nuevos propietarios y luego de una completa renovación y refacción de las instalaciones y servicios.
Hacia La Barra y Manantiales
A la mañana siguiente, el sol no defrauda. Entonces, después de una primera jornada en una parada de Playa Mansa, se tira la moneda para decidir si redoblar la apuesta para ese lado y llegar hasta Punta Ballena o hacer todo lo contrario y viajar hacia la Barra de Maldonado. Gana la segunda opción, sólo por buscar un gran contraste con el día anterior. A unos 10 km de Punta del Este, “La Barra” cuenta con su convocante playa Montoya: extensa, con olas bien saladas y fuertes, los hombres practican deportes acuáticos mientras las chicas toman sol y se “hacen las manos”. Sin dudas, la ruta 10 y la avenida Eduardo V. Haedo son el sello de La Barra, con su seguidilla de bares, restaurantes, boliches, galerías de arte y tiendas de antigüedades, donde visitantes de todas las edades –con mayoría de jóvenes– se juntan desde la tarde hasta el amanecer a comer medialunas, churros, chivitos, pizzas o asados (según la hora) junto a un desfile incesante de autos de marcas caras.
El límite de La Barra con las paradas de Playa Brava (atención a la creciente sucesión de edificios vidriados de cara a la arena) lo marca el puente ondulante, donde se encuentra la desembocadura del arroyo Maldonado en el océano. Un paisaje similar a La Barra, pero con público más adulto, se vive en la zona vecina de Manantiales. Aquí “la” playa se llama Bikini y algunos bares del tranquilo centro comercial ofrecen limonadas con jengibre, ensaladas a medida y platos con brótola. Por ejemplo. Y si bien, la vida nunca fue barata para los argentinos en Punta del Este, por estos días, un peso argentino equivale a casi 3,90 pesos uruguayos según el cambio oficial, pero en las casas de cambio nuestro peso cotiza a unos 2,10 uruguayos. Este dato viene al caso porque algunos lugares (son los menos, pero que los hay, los hay) no aceptan tarjetas y, por ende, no devuelven el IVA.
Quienes no llegaron en auto, pueden desplazarse sin problemas porque hay varios colectivos que salen con frecuencia desde la terminal de Punta. Por 50 uruguayos se viaja hasta José Ignacio para dedicarle un día (o una tarde) a la aldea de pescadores devenida balneario top rodeado por chacras de “celebrities”. Excelente gastronomía, tranquilidad asegurada, aspecto más rústico, playas con oleaje más suave y la vista desde la cima del faro son algunos puntos a favor.
Con el mismo criterio de buscar opuestos, el último día se eligen las playas de La Rinconada y Portezuelo, pasando Punta Ballena y su emblemática Casapueblo. Aquí también se ofrecen masajes sobre la arena, túnicas y vestidos por 750 pesos uruguayos, choclos y rabas. Sobre las olas tranquilas se esconde el sol y se comprueba que, como afirman en la zona “es uno de los ocasos más bellos”. Los días se han escurrido como la arena entre los dedos, pero Punta del Este no deja de brillar.

MINIGUIA
COMO LLEGAR. El pasaje de Sol Líneas Aéreas a Montevideo (45’) tiene una tarifa promocional desde US$ 80 por tramo más impuestos. Sale los lunes, martes, miércoles y viernes con dos vuelos diarios. De Rosario a Montevideo también hay 2 vuelos diarios en esos días vía Bs. As. Y hay un vuelo directo de Rosario a Punta del Este de domingos a viernes en verano (0810-444-4765; www.sol.com.ar). Del aeropuerto de Montevideo a Punta del Este, el bus COT (1h 30’) cuesta 190 pesos uruguayos (se puede pagar con tarjeta de débito o crédito).

DONDE ALOJARSE. La habitación doble en el Atlántico Boutique Hotel, ubicado en la península de Punta del Este (en calle 7 y 10, a una cuadra del faro y 2 del puerto), cuesta desde US$ 162 (precio final). Incluye desayuno buffet, acceso a la piscina, wi-fi gratis en todas las áreas, infusiones de cortesía, TV plasma, amenities, sala de juegos e Internet, pendrives con películas sin cargo, alquiler de bicicletas y autos, caja de seguridad, lavandería y bar.

INFORMACION
Atlántico Boutique Hotel: www.hotelatlanticopuntadeleste.com
www.vivapunta.com
www.maldonado.gub.uy
www.uruguaynatural.com

Comentarios

  1. Excelente artículo, y estoy de acuerdo, las playas de Punta del Este son una belleza y están llenas de muchas curiosidades que vale la pena ir a conocer.

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