Historia viva en el centro limeño


La arqueología milenaria de Huaca Pucllana, en un circuito histórico-cultural En el residencial barrio de Miraflores, junto a la gastronomía típica peruana.


La capital de PerúLima, es una gran metrópolis y la principal puerta de entrada al país. Favorita de poetas, artistas y amantes de la vida bohemia debido a su amplia e intensa oferta cultural, tanto en el radio que abarca el céntrico casco histórico como en sus barrios periféricos, engalanados por los colores de antiguas construcciones coloniales, se destacan algunos de los mejores museos peruanos junto a sitios arqueológicos prehispánicos.
Dentro de una gran variedad de espectáculos culturales, folclóricos y centros de diversión aparece una opción interesante respecto de antiguos acontecimientos históricos ocurridos en el que fuera un importante polo político, cultural y económico de la época virreinal. Se trata de la milenaria Huaca Pucllana. En la bella zona de Miraflores, es uno de los rincones más atractivos y místicos limeños. Este centro administrativo y de ceremonias de la llamada cultura Lima (cultura preincaica que se desarrolló en la costa central de Perú entre los años 100 y 650 dC.), en la actualidad se ha constituido en un monumento que en su recorrido remite a aquella época.
Huaca Pucllana, conocida también como Huaca Juliana, ocupa una superficie de alrededor de 15 hectáreas recuperadas de la destrucción y el abandono en que la modernidad las había relegado. Se levanta hoy imponente para beneplácito tanto de los peruanos como de los visitantes extranjeros y es mantenida para su conservación con el asesoramiento de expertos. Huaca Pucllana, nuevamente patrimonio reconocido, recuperó su identidad histórica.
Ello se debió a que en las últimas décadas se han hallado evidencias que permiten reconstruir un panorama acerca de los conocimientos y de algunos detalles de las costumbres de la gente que la levantó. Especialistas de diferentes áreas de la investigación, en distintas temporadas se comprometieron con Huaca Pucllana, lo que consolidó un trabajo multidisciplinario que permite admitir, con bastante certeza, la información arqueológica y las conjeturas sobre lo que sucedió con la arquitectura, la cerámica y el modo de vida en Pucllana durante los referidos siglos V a VII dC. Por caso, la reconocida historiadora María Rostworowski, durante el estudio de un documento del siglo XVI, encontró que se citaba con el nombre indígena de Pucllana al edificio mayor del lugar, una pirámide trunca maciza, construida íntegramente sobre la base de rellenos de tierra y adobes pequeños. La monumentalidad de esta antigua construcción de adobe queda fácilmente en evidencia al subir a su cima y divisar desde lo alto el mar y los modernos edificios que la rodean. Por su arquitectura y los objetos hallados allí, la función de Pucllana debió ser la de administración del culto y de los bienes que circulaban en el valle. Los arqueólogos han recuperado textiles, cerámica decorada con pintura de color rojo, blanco, negro y anaranjado; restos de maíz, frejol, pallar. Y frutales: chirimoya, pacae, lúcuma y guayaba. También de animales domésticos como alpacas, llamas, cuyes, patos y venados.  La Gran Pirámide
El núcleo del centro ceremonial de la Huaca Pucllana lo constituye la Gran Pirámide. Esta es una estructura piramidal trunca y escalonada. Una amplia superficie del área baja de la Huaca Pucllana se encuentra ocupada por un conjunto de sistemas de recintos, senderos, pasadizos y plazas a los que se les atribuyen diferentes funciones, cercanas más a lo gubernativo. Sin embargo, el trasfondo religioso, sacramental, prevalece absolutamente durante la mayor parte del recorrido.
Como la costa peruana se ve en ocasiones afectada por algún sismo, los arquitectos de la cultura Lima idearon por aquellos tiempos, para enfrentar el fenómeno natural, una técnica constructiva mediante la cual, y tras años de experimentación, lograron contrarrestar los daños causados a la arquitectura de Pucllana.
Desde el punto de vista arqueológico, reconocimientos científicos de los trabajos en cerámica de los pueblos Lima dejan ver sus funciones doméstica y ritual. Prefirieron vasijas bastante sencillas hechas con una pasta de color marrón, dentro de las cuales se encontraron ollas y fuentes de diversos tamaños y formas. Las mismas presentan manchas negras producto de su continua exposición al fuego. Los platos, en cambio, se realizaban usando una pasta anaranjada al igual que los cántaros para los líquidos y granos.
En el extremo sur de Huaca Pucllana es posible admirar el sitio que, al parecer, habría funcionado como cementerio. Esta parte del edificio antes de ser remodelada sirvió de cobijo a miembros de la elite que tuvieron el privilegio de ser enterrados allí. Los entierros de los hombres y mujeres de la cultura Lima se advierten bien sencillos.
La eterna gastronomía
Pucllana es hoy un Parque Histórico Cultural que está bajo el auspicio de la Municipalidad de Miraflores. Si bien este conjunto arquitectónico posee un Museo de Sitio, un parque de Flora y Fauna nativas además de una galería artesanal, sobresale un elegante restaurante donde deleitarse con elaboraciones tradicionales de Perú junto a una extensa carta de platos de la alta gastronomía moderna. Se sabe, la cocina peruana tiene fama internacional. Ceviches y tiraditos, piqueos, langostinos gigantes y filetes de chita, entre otras delicias, serán saboreados a la par que la visión de una escultura con figuras de peces entrelazados guía el pensamiento hacia la imaginación de aquellos peruanos, antiguos artesanos que poblaban la gran llanura del río Rímac.

MINIGUIA
COMO LLEGAR. Por Aerolíneas Argentinas a Lima, tarifa promocional sin escalas, US$ 774, ida y vuelta (0810-222-86527; www.aerolineas.com.ar)

DONDE ALOJARSE. Hotel Radisson Decápolis Miraflores, habitación Standard, US$ 114 (www.radisson.com).

CUANTO CUESTA. El precio de la entrada a la Huaca Pucllana (General Borgoño Cuadra 8 s/n, Miraflores, Lima, Tel. (511) 445-8695) cuesta 12 nuevos soles y las visitas son de lunes a domingos de 9.30 a 17. Excepto los martes que permanece cerrado. En el restaurante, el cubierto oscila en 120 nuevos soles (unos US$ 45) y funciona de 12.30 a 16 para almorzar y de 19 a 24 sirven las cenas. Un nuevo sol peruano equivale a 0,387 dólares.

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